A la Virgen de Fátima
Era una tarde de primavera
Y la Virgen asomarse quiso
Desde el cielo a verla y
Gozarla en un verde campo
De su amada y fiel Hispania.
Las flores tanto se maravillaron
Que colores a sus pétalos prestaron;
Las amapolas de sus bellos labios
El hermoso carmín copiaron,
Los pajarillos gozosos imitaron
Su acento claro y tintineo;
El cielo se tornó más límpido
Y celeste en reciprocidad
Por los divinos ojos que vieron.
Las fierecillas mansas y dulces
Fueron para no enojarla
Mas la Virgen vuelve presto
Del prado de Fátima al cielo
Y desde entonces todas las
hispánicas tierras que sus
piececitos tocó gozan en mayo
de adorarla fervorosa y cantarla
por el magno evento que aquí pasó.
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